¡Empezamos con el sólido!
En torno a los 4 meses se introducen en la alimentación del peque las primeras papillas. Es entonces cuando se recomienda optar por baberos un poco más grandes. El bebé ya se mueve más y con un babero que cubra más protegemos mejor su ropita. Además, poco a poco irá queriendo coger la cuchara él solito e intentar llevársela a la boca. Al dejarle probar y experimentar, fomentamos su destreza, su autonomía y, por extensión, su autoestima ¡Bien merece la pena!
Los baberos de asa con doble corchete facilitan su abroche y su ajuste al cuello independientemente de que el bebé siga creciendo. Por otra parte, al estar elaborados con rizo de algodón 100% tiene buena capacidad de absorción y pueden reutilizarse una y otra vez, pues se lavan cómodamente en la lavadora.